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martes, 27 de marzo de 2018

A MARÍA DE LA O LEJÁRRAGA EN EL DÍA DEL TEATRO

¿Cuántas obras firmadas por hombres han surgido de un cerebro femenino?
Es el caso de María de la O Lejárraga, que regaló a su marido sus creaciones, tal vez porque la época y las circunstancias o el amor, que ciega, no le dejaron otro camino.
Defendió con intensidad la igualdad entre hombres y mujeres, pero publicó gran parte de su obra con la firma de su marido, el empresario teatral y dramaturgo Gregorio Martínez Sierra, seis años más joven que ella, incluso después de que él le fuera infiel con una actriz con la que tuvo una hija.
María Lejárraga había nacido en San Millán de la Cogolla (La Rioja), en 1874, pero muy pronto su familia se trasladó al madrileño barrio de Carabanchel. Allí, la joven se esforzó por acceder a una educación que no era habitual, ni mucho menos, entre las mujeres de su época, y llegó a obtener el título de profesora de idiomas. Cuando tenía 23 años de edad, conoció a Martínez Sierra, seis menor que ella (una diferencia por entonces significativa), y tres años después se casaron. Comenzó entonces una relación que tuvo una enorme trascendencia en el mundo literario de la época: ambos fundaron las revistas Helios y Renacimiento, en las que escribieron nombres fundamentales como los de los hermanos Machado, Juan Ramón Jiménez, Pérez de Ayala, Unamuno, Rubén Darío y muchos otros.
Una labor intelectual que tuvo también su vertiente comercial: novelas como Tú eres la paz, obras de teatro como Canción de cuna (llevada al cine en cuatro ocasiones) o Primavera en otoño. También los libretos de El amor brujo y el argumento de El sombrero de tres picos para el compositor Manuel de Falla, se convirtieron en rotundos éxitos que hicieron de Gregorio Martínez Sierra, el único que firmaba las obras, un autor de renombre internacional. Sin embargo, hoy sabemos que, como mínimo, en todas ellas intervino profundamente su esposa aunque, para muchos biógrafos, en realidad la autoría habría que atribuírsela prácticamente a ella.

María Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra.


 Acabemos con sus propias palabras:
"El feminismo quiere sencillamente que las mujeres alcancen la plenitud de su vida, es decir, que tengan los mismos derechos y los mismos deberes que los hombres, que gobiernen el mundo a medias con ellos, ya que a medias lo pueblan, y en perfecta colaboración procuren su felicidad propia y mutua y el perfeccionamiento de la especie humana. Pretenden que lleven ellos y ellas una vida serena, fundada en la mutua tolerancia que cabe entre iguales, no en la rencorosa y degradante sumisión del que es menos, opuesta a la egoísta tiranía del que se cree más”.