ES IMPOSIBLE PENSAR SI NO ES A TRAVÉS DE UN LENGUAJE.

CUANTO MÁS RICOS SEAN NUESTROS LENGUAJES MÁS RICA SERÁ NUESTRA REALIDAD.


viernes, 21 de enero de 2022

A LORCA, AL AGUA: EL MANANTIAL (LOS PLANETAS)

 Las conexiones.

Tuve una camiseta con la portada del disco SUPER 8, me la regaló alguien especial.

He visto a Los planetas varias veces. Llevan mucho tiempo orbitando...

Lo merecen.

Esta versión de un poema de LORCA es emocionante.

Federico tenía 38 añicos cuando lo asesinaron.

Era un genio, luz, puro duende, pura fuerza...

¿Eso asusta?

Es triste que eso asuste.

Con palabras sencillas creaba imágenes arrolladoras, magistrales, eternas...



ÉL ERA AGUA


SOMOS AGUA



Aquí os dejo El manantial, para que fluyáis:


MANANTIAL (Libro de Poemas, 1921) de FEDERICO GARCÍA LORCA

EL MANANTIAL

La sombra se ha dormido en la pradera.

Los manantiales cantan.

 

Frente al ancho crepúsculo de invierno

mi corazón soñaba.

¿Quién pudiera entender los manantiales,

el secreto del agua

recién nacida, ese cantar oculto

a todas las miradas

del espíritu, dulce melodía

más allá de las almas...?

 

Luchando bajo el peso de la sombra,

un manantial cantaba.

Yo me acerqué para escuchar su canto,

pero mi corazón no entiende nada.

 

Era un brotar de estrellas invisibles

sobre la hierba casta,

nacimiento del Verbo de la tierra

por un sexo sin mancha.

 

Mi chopo centenario de la vega

sus hojas meneaba,

y eran hojas trémulas de ocaso

como estrellas de plata.

 

El resumen de un cielo de verano

era el gran chopo. Mansas

y turbias de penumbra yo sentía

las canciones del agua.

 

¿Qué alfabeto de auroras ha compuesto

sus oscuras palabras?

¿Qué labios las pronuncian? ¿Y qué dicen

a la estrella lejana?

¡Mi corazón es malo, Señor! Siento en mi carne

la implacable brasa

del pecado. Mis mares interiores

se quedaron sin playas.

Tu faro se apagó. ¡Ya los alumbra

mi corazón de llamas!

Pero el negro secreto de la noche

y el secreto del agua

¿son misterios tan sólo para el ojo

de la conciencia humana?

¿La niebla del misterio no estremece

al árbol, el insecto y la montaña?

¿El terror de las sombras no lo sienten

las piedras y las plantas?

¿Es sonido tan sólo esta voz mía?

¿Y el casto manantial no dice nada?

 

Mas yo siento en el agua

algo que me estremece..., como un aire

que agita los ramajes de mi alma.

 

¡Sé árbol! (Dijo una voz en la distancia.)

Y hubo un torrente de luceros

sobre el cielo sin mancha.

 

Yo me incrusté en el chopo centenario

con tristeza y con ansia.

Cual Dafne varonil que huye miedosa

de un Apolo de sombra y de nostalgia.

Mi espíritu fundióse con las hojas

y fue mi sangre savia.

En untuosa resina convirtióse

la fuente de mis lágrimas

El corazón se fue con las raíces,

y mi pasión humana,

haciendo heridas en la ruda carne,

fugaz me abandonaba.

 

Frente al ancho crepúsculo de invierno

yo torcía las ramas

gozando de los ritmos ignorados

entre la brisa helada.

Sentí sobre mis brazos dulces nidos,

acariciar de alas,

y sentí mil abejas campesinas

que en mis dedos zumbaban.

¡Tenía una colmena de oro vivo

en las viejas entrañas!

El paisaje y la tierra se perdieron,

sólo el cielo quedaba,

y escuché el débil ruido de los astros

y el respirar de las montañas.

 

¿No podrán comprender mis dulces hojas

el secreto del agua?

¿Llegarán mis raíces a los reinos

donde nace y se cuaja?

Incliné mis ramajes hacia el cielo

que las ondas copiaban,

mojé las hojas en el cristalino

diamante azul que canta,

y sentí borbotar los manantiales

como de humano yo los escuchara

Era el mismo fluir lleno de música

y de ciencia ignorada.

 

Al levantar mis brazos gigantescos

frente al azul, estaba

lleno de niebla espesa, de rocío

y de luz marchitada.

 

Tuve la gran tristeza vegetal,

el amor a las alas.

Para poder lanzarse con los vientos

a las estrellas blancas.

Pero mi corazón en las raíces

triste me murmuraba:

"Si no comprendes a los manantiales,

¡muere y troncha tus ramas"!

 

¡Señor, arráncame del suelo! ¡Dame oídos

que entiendan a las aguas!

Dame una voz que por amor arranque

su secreto a las ondas encantadas;

para encender su faro sólo pido

aceite de palabras.

 

"Sé ruiseñor!", dice una voz perdida

en la muerta distancia.

Y un torrente de cálidos luceros

brotó del seno que la noche guarda.