Cuando tu pulso es el mío y viceversa,
cuando tus dos manos son la panacea,
el camino gris se allana y se florea
de esperanzas, ilusiones y certezas.
Estas infinitas sendas enderezan
su rumbo, antaño torcido, a la belleza,
que las ordena y las espolvorea
de luz, de vida sin fin, y de grandeza.
lunes, 13 de junio de 2011
RECORRIENDO CALLES Y CALLEJAS
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