Cuando tu pulso es el mío y viceversa,
cuando tus dos manos son la panacea,
el camino gris se allana y se florea
de esperanzas, ilusiones y certezas.
Estas infinitas sendas enderezan
su rumbo, antaño torcido, a la belleza,
que las ordena y las espolvorea
de luz, de vida sin fin, y de grandeza.
lunes, 13 de junio de 2011
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Nízar Qabbani
ResponderEliminarSi un día,
como un jardín,
este libro florece entre tus manos.
Y la gente descubre
que son poemas escritos
a tus ojos.
No cuentes a las rosas
cúanto te amo.
No reveles mis secretos.
Ni descubras tampoco
lo que yo significo para ti.
No.
Léelo,
para ti sola,
en un rincón.
Y recuérdate,
entonces,
que estas hojas de amor
crecieron en tus labios.
Y vivieron,
durante años,
en mi pecho,
para volver a ti.
Esta noche es un eclipse de Luna...
ResponderEliminarPrecioso el eclipse!
ResponderEliminarY el poema
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