El premio de este año se ha quedado en la península, contra todo pronóstico, pues es habitual que haya alternancia entre los escritores hispanoamericanos y los españoles, y este año se barajaba entre los de allá.
Ya se rompió esta tónica con Ida Vitale, en 2018. En aquella ocasión se esperaba el premio aquí.
Este año lo ha merecido Francisco Brines. El poeta valenciano ha ganado el Cervantes a los 88 añitos, tras una larga carrera como poeta y como profesor.
Perteneciente a la llamada generación del 50, los que fueron "niños de la guerra", junto con Gil de Biedma, José Ángel Valente, Ángel González, Gloria Fuertes, Caballero Bonald, Claudio Rodríguez...
Como dijo Gloria Fuertes en su poema "Autobiografía":
"A los nueve años me pilló un carro,
Y a los catorce me pilló la guerra"
Francisco Brines fue más afortunado que muchos de sus compañeros, que crecieron en un Madrid devastado. Él crece en Oliva, un lugar tranquilo y bonito de Valencia. Aunque su tono es elegíaco y nos recuerda constantemente el paso del tiempo y el poder igualador de la muerte y, por ende, el disfrute de la vida. Mientras...
Aquí tenéis uno de sus poemas:
Epitafio romano
«No fui nada, y ahora nada soy.
Pero tú, que aún existes, bebe, goza
de la vida..., y luego ven.»
Eres un buen amigo.
Ya sé que hablas en serio, porque la amable piedra
la dictaste con vida: no es tuyo el privilegio,
ni de nadie,
poder decir si es bueno o malo
llegar ahí.
Quien lea, debe saber que el tuyo
también es mi epitafio. Valgan tópicas frases
por tópicas cenizas.