Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda,
medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda,
una hispano olivetti con caries, un tren con retraso,
un carné del Atleti, una cara de culo de vaso,
un colegio de pago, un compás, una mesa camilla,
una nuez, o bocado de Adán, menos una costilla,
una bici diabética, un cúmulo, un cirro, una strato,
un camello del rey Baltasar, una gata sin gato,
mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy, las damas primero,
mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros,
mi Tintín, mi yo-yo, mi azulete, mi siete de copas,
el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.
Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera,
una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera,
no sabía que la primavera duraba un segundo,
yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.
Les presento a mi abuelo bastardo, a mi esposa soltera,
al padrino que me apadrinó en la legión extranjera,
a mi hermano gemelo, patrón de la merca ambulante,
a Simbad el marino que tuvo un sobrino cantante,
al putón de mi prima Carlota y su perro salchicha,
a mi chupa de cota de mallas contra la desdicha,
mariposas que cazan en sueños los niños con granos
cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos.
Me libré de los tontos por ciento, del cuento del bisnes,
dando clases en una academia de cantos de cisne,
con Simón de Cirene hice un tour por el monte Calvario,
¿qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?
Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera,
si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera,
heredé una botella de ron de un clochard moribundo,
olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.
Nunca pude cantar de un tirón
la canción de las babas del mar, del relámpago en vena,
de las lágrimas para llorar cuando valga la pena,
de la página encinta en el vientre de un bloc trotamundos,
de la gota de tinta en el himno de los iracundos.
Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.
JOAQUÍN SABINA
martes, 28 de junio de 2011
RETRUÉCANOS Y OXÍMORON
LA CANCIÓN MÁS HERMOSA DEL MUNDO
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¡Destelleantes rayos y sonoros truenos!
ResponderEliminar¡No hay pleonasmo en el quiasmo ni quiasmo en el pleonasmo!
¡Sonoros rayos y destelleantes truenos!
¿Qué demonios es éste angelical oxímoron?
¿Un dejá vu gramatical? ¿Una vuelta de tuerca a la repetición de una redundancia?
Es decir: ¿Sabe el sabio Sabina que sabe Sabina a lo que sabiendo sabe? Sin duda que saberlo, lo sabe. Sabina es el único capaz de decirte: en un verso suelto te suelto un verso, y que suene bien.
Hay un autor que tal vez conozcas. En esta misma línea como letrista Toni Zenet (que hace en algunas canciones un tándem perfecto con Javier Laguna) me emociona siempre:
http://www.youtube.com/watch?v=7CdZlQsBUII
Un beso, Bel
Pues no lo conocía. Gracias por la gran muestra de ingenio!
ResponderEliminarUno para nota:
ResponderEliminarcXVpc2llcmEgaW52aXRhcnRlIGEgdW4gY2FmZQ==