Cayendo almendras conocí tus ojos.
El sol era todo nuestro. Y Anselmo.
Yo con mi jumento, tú con tu yelmo
y Barataria dándonos arrojo.
Alonso y Sancho soñando despiertos
hacen del feo mundo una utopía
cabalgan hacia donde acaba el día,
los ilusos caminos se hacen ciertos.
Caminan para hacer mejor el mundo,
no hay freno para soñadores locos,
caen y se alzan otra vez poco a poco,
pisan el suelo y lo tornan fecundo.
El escudo: la risa y la amistad,
no tener miedo de burdos gigantes
sientepensar y compartir instantes,
querer sin medida, amar de verdad.
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