LITERATURA EN LA EDAD MEDIA (generalmente, de transmisión oral y
anónima). TEXTOS:
1.
EJEMPLO DE CUENTO MEDIEVAL. La mayoría de los cuentos son traducciones
de oriente (India, China…)
Había una vez un hombre, que no era muy rico, que se casó con una bella
mujer. Una noche de invierno, sentados junto al fuego, comentaban la felicidad
de sus vecinos que eran más ricos que ellos.
-¡Oh! -decía la mujer- si pudiera disponer de todo lo que yo quisiera, sería muy pronto mucho más feliz que todas estas personas.
-Y yo -dijo el marido-. Me gustaría vivir en el tiempo de las hadas y que hubiera una lo suficientemente buena como para concederme todo lo que yo quisiera.
En ese preciso instante, vieron en su cocina a una dama muy hermosa, que les dijo:
-Soy un hada; prometo concederles las tres primeras cosas que deseen; pero tengan cuidado: después de haber deseado tres cosas, no les concederé nada más.
Cuando el hada desapareció, aquel hombre y aquella mujer se hallaron muy confusos:
-Para mí, que soy el ama de casa -dijo la mujer- sé muy bien cuál sería mi deseo: no lo deseo aún formalmente, pero creo que no hay nada mejor que ser bella, rica y fina.
-Pero, -contestó el marido- aún teniendo todas esas cosas, uno puede estar enfermo, triste o incluso puede morir joven: sería más prudente desear salud, alegría y una larga vida.
-¿De qué serviría una larga vida, si se es pobre? -dijo la mujer-. Eso sólo serviría para ser desgraciado durante más tiempo. En realidad, el hada habría debido prometer concedernos una docena de deseos, pues hay por lo menos una docena de cosas que yo necesitaría.
-Eso es cierto -dijo el marido- pero démonos tiempo, pensemos de aquí a mañana por la mañana, las tres cosas que nos son más necesarias, y luego las pediremos.
-Puedo pensar en ello toda la noche -dijo la mujer- mientras tanto, calentémonos pues hace frío.
Mientras hablaba, la mujer cogió unas tenazas y atizó el fuego; y cuando vio que había bastantes carbones encendidos, dijo sin reflexionar:
-He aquí un buen fuego, me gustaría tener una morcilla para cenar, podríamos asarla fácilmente.
Tan pronto como terminó de pronunciar esas palabras, cayó por la chimenea una morcilla.
-¡Maldita sea la tragona con su morcilla! -dijo el marido-; no es un hermoso deseo, y sólo nos quedan dos que formular; por lo que a mí respecta, me gustaría que llevaras la morcilla en la punta de la nariz.
Y, al instante, el hombre se percató de que era más tonto aún que su mujer, pues, por ese segundo deseo, la morcilla saltó a la punta de la nariz de aquella pobre mujer que no podía arrancársela.
-¡Qué desgraciada soy! -exclamó- ¡eres un malvado por haber deseado que la morcilla se situara en la punta de mi nariz!
-Te juro, esposa querida, que no he pensado en que pudiera ocurrir -dijo el marido-. ¿Qué podemos hacer? Voy a desear grandes riquezas y te haré un estuche de oro para tapar la morcilla.
-¡Cuídate mucho de hacerlo! -prosiguió la mujer- pues me suicidaría si tuviera que vivir con esta morcilla en mi nariz, te lo aseguro. Sólo nos queda un deseo, cédemelo o me arrojaré por la ventana.
Mientras pronunciaba estas frases corrió a abrir la ventana y su marido, que la amaba, gritó:
-Detente mi querida esposa, te doy permiso para que pidas lo que quieras.
-Muy bien, -dijo la mujer- deseo que esta morcilla caiga al suelo.
Y al instante, la morcilla cayó. La mujer, que era inteligente, dijo a su marido:
-El hada se ha burlado de nosotros, y ha tenido razón. Tal vez hubiéramos sido más desgraciados siendo más ricos de lo que somos en este momento. Créeme, amigo mío, no deseemos nada y tomemos las cosas como Dios tenga a bien mandárnoslas; mientras tanto, comámonos la morcilla, puesto que es lo único que nos queda de los tres deseos.
-¡Oh! -decía la mujer- si pudiera disponer de todo lo que yo quisiera, sería muy pronto mucho más feliz que todas estas personas.
-Y yo -dijo el marido-. Me gustaría vivir en el tiempo de las hadas y que hubiera una lo suficientemente buena como para concederme todo lo que yo quisiera.
En ese preciso instante, vieron en su cocina a una dama muy hermosa, que les dijo:
-Soy un hada; prometo concederles las tres primeras cosas que deseen; pero tengan cuidado: después de haber deseado tres cosas, no les concederé nada más.
Cuando el hada desapareció, aquel hombre y aquella mujer se hallaron muy confusos:
-Para mí, que soy el ama de casa -dijo la mujer- sé muy bien cuál sería mi deseo: no lo deseo aún formalmente, pero creo que no hay nada mejor que ser bella, rica y fina.
-Pero, -contestó el marido- aún teniendo todas esas cosas, uno puede estar enfermo, triste o incluso puede morir joven: sería más prudente desear salud, alegría y una larga vida.
-¿De qué serviría una larga vida, si se es pobre? -dijo la mujer-. Eso sólo serviría para ser desgraciado durante más tiempo. En realidad, el hada habría debido prometer concedernos una docena de deseos, pues hay por lo menos una docena de cosas que yo necesitaría.
-Eso es cierto -dijo el marido- pero démonos tiempo, pensemos de aquí a mañana por la mañana, las tres cosas que nos son más necesarias, y luego las pediremos.
-Puedo pensar en ello toda la noche -dijo la mujer- mientras tanto, calentémonos pues hace frío.
Mientras hablaba, la mujer cogió unas tenazas y atizó el fuego; y cuando vio que había bastantes carbones encendidos, dijo sin reflexionar:
-He aquí un buen fuego, me gustaría tener una morcilla para cenar, podríamos asarla fácilmente.
Tan pronto como terminó de pronunciar esas palabras, cayó por la chimenea una morcilla.
-¡Maldita sea la tragona con su morcilla! -dijo el marido-; no es un hermoso deseo, y sólo nos quedan dos que formular; por lo que a mí respecta, me gustaría que llevaras la morcilla en la punta de la nariz.
Y, al instante, el hombre se percató de que era más tonto aún que su mujer, pues, por ese segundo deseo, la morcilla saltó a la punta de la nariz de aquella pobre mujer que no podía arrancársela.
-¡Qué desgraciada soy! -exclamó- ¡eres un malvado por haber deseado que la morcilla se situara en la punta de mi nariz!
-Te juro, esposa querida, que no he pensado en que pudiera ocurrir -dijo el marido-. ¿Qué podemos hacer? Voy a desear grandes riquezas y te haré un estuche de oro para tapar la morcilla.
-¡Cuídate mucho de hacerlo! -prosiguió la mujer- pues me suicidaría si tuviera que vivir con esta morcilla en mi nariz, te lo aseguro. Sólo nos queda un deseo, cédemelo o me arrojaré por la ventana.
Mientras pronunciaba estas frases corrió a abrir la ventana y su marido, que la amaba, gritó:
-Detente mi querida esposa, te doy permiso para que pidas lo que quieras.
-Muy bien, -dijo la mujer- deseo que esta morcilla caiga al suelo.
Y al instante, la morcilla cayó. La mujer, que era inteligente, dijo a su marido:
-El hada se ha burlado de nosotros, y ha tenido razón. Tal vez hubiéramos sido más desgraciados siendo más ricos de lo que somos en este momento. Créeme, amigo mío, no deseemos nada y tomemos las cosas como Dios tenga a bien mandárnoslas; mientras tanto, comámonos la morcilla, puesto que es lo único que nos queda de los tres deseos.
Extrae una MORALEJA (enseñanza):
2.
JARCHA: Estribillo más antiguo en lengua mozárabe
(primer español derivado del latín), de tema amoroso.
La
jarcha es el estribillo de un poema
mayor en árabe o en hebreo (la moaxaja)
yâ mamma mio al-habîbi
bay-sê e no me tornade
gar ke fareyo ÿâ mamma
in no mio 'ina' lesade
¡Oh madre, mi amigo
se va y no vuelve!
Dime qué haré, madre,
si mi pena no afloja.
3.
CÁNTIGAS DE AMIGO (S. S. XIII y XIV): Poemas
escritos en gallego-portugués, también de tema amoroso.
Ondas do mar de Vigo
Ondas do mar de Vigo,
se vistes meu amigo? E ai Deus!, se verra cedo?
Ondas do mar
levado,
se vistes meu amado? E ai Deus!, se verra cedo?
Se vistes meu
amigo,
o por que eu sospiro? E ai Deus!, se verra cedo?
Se vistes meu
amado,
por que ei gran coidado? E ai Deus!, se verra cedo? |
Olas del mar de
Vigo
Olas del mar de
Vigo,
¿Visteis a mi amigo? ¡Ay Dios! ¿vendrá pronto?
Olas del mar
agitado,
¿Visteis a mi amado? ¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?
¿Visteis a mi
amigo,
aquél por quien yo suspiro? ¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto?
¿Visteis a mi
amado,
quien me tiene tan preocupada? ¡Ay Dios! ¿Vendrá pronto? |
4.
FRAGMENTO DE EL MÍO CID: S. XII. Cantar de gesta que habla de las hazañas del
Cid Campeador.
A los que conmigo vengan que Dios les dé muy
buen pago;
también a los que se quedan contentos
quiero dejarlos.
Habló entonces Álvar Fáñez, del
Cid era primo hermano:
"Con vos nos iremos, Cid,
por yermos y por poblados;
no os hemos de faltar mientras
que salud tengamos,
y gastaremos con vos nuestras
mulas y caballos
y todos nuestros dineros y los
vestidos de paño,
siempre querremos serviros como
leales vasallos."
Mucho que agradece el Cid
aquello que ellos hablaron.
El Cid sale de Vivar, a Burgos
va encaminado,
allí deja sus palacios yermos y
desheredados.
Los ojos de Mío Cid mucho llanto
van llorando;
hacia atrás vuelve la vista y se
quedaba mirándolos.(…)
Y habló, como siempre habla, tan
justo, tan mesurado:
"¡Bendito seas, Dios mío,
Padre que estás en lo alto!
Contra mí tramaron esto mis
enemigos malvados".
5. CUENTOS
DE EL CONDE LUCANOR, DE DON JUAN MANUEL (S. XIII) (Estructura tripartita: problema/cuento/ moraleja)
Cuento VI: Lo que sucedió a la
golondrina con los otros pájaros cuando vio sembrar el lino
Otra vez, hablando el Conde Lucanor con Patronio, su
consejero, le dijo:
-Patronio, me han asegurado que unos nobles, que son
vecinos míos y mucho más fuertes que yo, se están juntando contra mí y, con
malas artes, buscan la manera de hacerme daño; yo no lo creo ni tengo miedo,
pero, como confío en vos, quiero pediros que me aconsejéis si debo estar
preparado contra ellos.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio- para que podáis
hacer lo que en este asunto me parece más conveniente, me gustaría mucho que
supierais lo que sucedió a la golondrina con las demás aves.
El conde le preguntó qué había ocurrido.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio- la golondrina vio
que un hombre sembraba lino y, guiada por su buen juicio, pensó que, cuando el
lino creciera, los hombres podrían hacer con él redes y lazos para cazar a los
pájaros. Inmediatamente se dirigió a estos, los reunió y les dijo que los
hombres habían plantado lino y que, si llegara a crecer, debían estar seguros
de los peligros y daños que ello suponía. Por eso les aconsejó ir a los campos
de lino y arrancarlo antes de que naciese. Les hizo esa propuesta porque es más
fácil atacar los males en su raíz, pero después es mucho más difícil. Sin
embargo, las demás aves no le dieron ninguna importancia y no quisieron
arrancar la simiente. La golondrina les insistió muchas veces para que lo
hicieran, hasta que vio cómo los pájaros no se daban cuenta del peligro ni les
preocupaba; pero, mientras
tanto, el lino seguía encañando y las aves ya no
podían arrancarlo con sus picos y patas. Cuando los pájaros vieron que el lino
estaba ya muy crecido y que no podían reparar el daño que se les avecinaba, se
arrepintieron por no haberle puesto remedio antes,
aunque sus lamentaciones fueron inútiles pues ya no podían evitar su mal.
»Antes de esto que os he contado, viendo la golondrina
que los demás pájaros no querían remediar el peligro que los amenazaba, habló
con los hombres, se puso bajo su protección y ganó tranquilidad y seguridad
para sí y para su especie. Desde entonces las golondrinas viven seguras y sin
daño entre los hombres, que no las persiguen. A las demás aves, que no supieron
prevenir el peligro, las acosan y cazan todos los días con redes y lazos.
»Y vos, señor Conde Lucanor, si queréis evitar el daño
que os amenaza, estad precavido y tomad precauciones antes de que sea ya
demasiado tarde: pues no es prudente el que ve las cosas cuando ya suceden o
han ocurrido, sino quien por un simple indicio descubre el peligro que corre y
pone soluciones para evitarlo.
Como don Juan vio que este era un buen cuento, lo
mandó poner en este libro e hizo unos versos que dicen así:
Los males al comienzo debemos arrancar,
porque una vez crecidos, ¿quién
los atajará?
6.
FRAGMENTO DE EL
LIBRO DE BUEN AMOR. S XV, la mentalidad cambia tras la
invención de la imprenta:
De que alabe a las chicas el
Amor me hizo ruego;
que cante sus noblezas, voy a
decirlas luego.
Loaré a las chiquitas, y lo
tendréis por juego.
¡Son frías como nieve y arden
más que el fuego!
Son heladas por fuera pero, en
amor, ardientes;
en la cama solaz, placenteras,
rientes,
en la casa, hacendosas, cuerdas
y complacientes;
veréis más cualidades tan pronto
paréis mientes.
En pequeño jacinto yace gran
resplandor,
en azúcar muy poco yace mucho dulzor,
en la mujer pequeña yace muy
gran amor,
pocas palabras bastan al buen
entendedor.
Es muy pequeño el grano de la
buena pimienta,
pero más que la nuez reconforta
y calienta:
así, en mujer pequeña, cuando en
amor consienta,
no hay placer en el mundo que en
ella no se sienta.
7. COPLAS
A LA MUERTE DE SU PADRE DE JORGE MANRIQUE (S.XV). Se llaman coplas de
pie quebrado, porque cojean, miden 8 8 4/ 8 8 4. Mide estos versos para
comprobar que es así y escribe su esquema métrico:
III
Nuestras
vidas son los ríos
que
van a dar en el mar,
que
es el morir;
allí
van los señoríos
derechos
a se acabar
y
consumir;
allí,
los ríos caudales,
allí, los otros medianos
y
más chicos;
allegados,
son iguales
los
que viven por sus manos
y
los ricos.
8. Romance lírico: "El prisionero"
Romances: En octosílabos, rima asonante sólo en los versos pares.
Anónimos.
|
||
Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, |
cuando los enamorados
van a servir al amor; sino yo, triste, cuitado, que vivo en esta prisión; que no sé cuándo es de día |
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla que me canta al albor. Matómela un ballestero; déle Dios mal galardón. |
Resume el contenido
del romance El prisionero, mide sus versos y subraya las palabras que rimen.
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