¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herrerasdonde el metal más fresco se marchita?
*
¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?
*
Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.
*
Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.
*
Miguel Hernández.
Un domingo 27 aprovechas para homenajear a la Generación del 27... Cuidas de todos los detalles, ¿eh?
ResponderEliminarMe gusta la separación de las estrofas con estrellitas, parecen el golpe del martillo en el yunque, o un rítmico forcejeo entre la mano y la yesca... La verdad, así me conmueve en las entrañas este poema; podría el invierno incendiarse esta misma noche, si lo cantara Miguel.
Un abrazo!
Los hombres apasionados como Miguel deberían de llevar en el documento de identidad: Prohibido quitarlos de enmedio.
ResponderEliminarAl menos llegamos a tiempo de poder disfrutar de algunas de sus combinaciones de palabras, de ese rayo que no cesará nunca mientras haya memoria.
Otro abrazo para ti!