Asunción de ti
1
Quién hubiera creído que se hallaba
sola en el aire, oculta,
tu mirada.
Quién hubiera creído esa terrible
ocasión de nacer puesta al alcance
de mi suerte y mis ojos,
y que tú y yo iríamos, despojados
de todo bien, de todo mal, de todo,
a arrojarnos en el mismo silencio,
a inclinarnos sobre la misma fuente
para vernos y vernos
mutuamente espiados en el fondo,
temblando desde el agua,
descubriendo, pretendiendo alcanzar
quién eras tu detrás de esa cortina,
quién era yo detrás de mi.
Y todavía no hemos visto nada.
Espero que alguien venga, inexorable,
siempre temo y espero,
y acabe por nombrarnos en un signo,
por situarnos en alguna estación
por dejarnos allí, como dos gritos
de asombro.
Pero nunca será. Tú no eres ésa,
yo no soy ése, ésos, los que fuimos
antes de ser nosotros.
Eras sí pero ahora
suenas un poco a mí.
Era sí pero ahora
tengo un poco de ti.
No demasiado, solamente un toque,
acaso un leve rasgo familiar,
pero que fuerce a todos a abarcarnos
a ti y a mí cuando nos piensen solos.
2
Hemos llegado al crepúsculo neutro
donde el día y la noche se funden y se igualan.
Nadie podrá olvidar este descanso.
Pasa sobre mis párpados el cielo fácil
a dejarme los ojos vacíos de ciudad.
No pienses ahora en el tiempo de agujas,
en el tiempo de pobres desesperaciones.
Ahora sólo existe el anhelo desnudo,
el sol que se desprende de sus nubes de llanto,
tu rostro que se interna noche adentro
hasta sólo ser voz y rumor de sonrisa.
3
Puedes querer el alba
cuando ames.
Puedes
venir a reclamarte como eras.
He conservado intacto tu paisaje.
Lo dejaré en tus manos
cuando éstas lleguen, como siempre,
anunciándote,
Puedes
venir a reclamarte como eras.
Aunque ya no seas tú.
Aunque mi voz te espere
sola en su azar
quemando
y tu sueño sea eso y mucho más.
Puedes amar el alba
cuando quieras.
Mi soledad ha aprendido a ostentarte.
Esta noche, otra noche
tú estarás
y volverá a gemir el tiempo giratorio
y los labios dirán
esta paz ahora esta paz ahora.
Ahora puedes venir a reclamarte,
penetrar en tus sábanas de alegre angustia,
reconocer tu tibio corazón sin excusas,
los cuadros persuadidos,
saberte aquí.
Habrá para aprender otra piedad
y el momento del sueño y el amor
que aquí permanecieron.
Esta noche, otra noche
tú estarás,
tibia estarás al alcance de mis ojos,
lejos ya de la ausencia que no nos pertenece.
He coservado intacto tu paisaje
pero no sé hasta donde está intacto sin tí,
sin que tú le prometas horizontes de niebla,
sin que tú le reclames su ventana de arena.
Puedes querer el alba cuando ames.
Debes venir a reclamarte como eras.
Aunque ya no seas tú,
aunque contigo traigas
dolor y otros milagros.
Aunque seas otro rostro
de tu cielo hacia mí.
sábado, 30 de abril de 2011
DE BENEDETTI, COMO NO.
Etiquetas:
LITERATURA CONTEMPORÁNEA,
LITERATURA HISPANOAMERICANA
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Melisanda: En tus brazos se enredan las estrellas más altas. Tengo miedo. Perdóname no haber llegado antes.
ResponderEliminarPelleas: Una sonrisa tuya borra todo un pasado; guarden tus labios dulces lo que ya está distante.
Melisanda: En un beso, sabrás todo lo que he callado.
El coloquio maravillado (Pablo Neruda)
Cuando no se ama demasiado es que no se ama lo suficiente. La frase, ya lo sabes, no es mía sino de Pascal. Qué razón tienen los genios, poetas, científicos, o payasos y ferroviarios... Y los genios de tabernas, y esos vates de wáter de gasolinera, o los científicos de la disipación, los payasos de guardia, y los ferroviarios de mar... y todos, todos los que conocieron los rostros del amor. Gracias por este fragmento de D. Mario, creo que llega cuando la luz es más brillante, y la sombra, siempre tan interesante, se hace más oscura. Benedetti hubiera estado de acuerdo si, en esa dualidad, alzo la voz más sincera y digo: ¡gracias por el fuego!.
Los ciclos, el renacimiento, el resurgimiento y un ave fénix purificado y ardiente.
ResponderEliminarY un guiño a los genios, que nos recuerdan a menudo cómo volver a nacer. Ver luz al final del túnel, ser héroes dándonos un baño de tumba, de cuando en cuando, y a lo lejos...