COLINAS DE MISISIPI: MI EPITAFIO
Lejanas colinas azules, en las que me he deleitado,
a las que sigue la primavera con pies de plata y el manto
de los cornejos floridos, entonando el «¡Amante!» del pájaro azul,
mientras me dirijo al divisado final del camino.
Que esta suave boca, moldeada para la lluvia,
no sea, por todo dolor, sino áureo dolor,
y que estos verdes bosques sueñen aquí con despertarse
en mi corazón cuando regrese.
¡Y regresaré! ¿Dónde está la muerte,
si en estas azules y soñolientas colinas, allí en lo alto,
tengo yo, como el árbol, mi raíz? Aunque esté muerto,
este suelo que me ciñe me ha de dar el aliento.
El árbol herido no alberga un verde nuevo para llorar
los años dorados que gastamos en comprar dolor.
Que esta sea mi condena, si olvido
que aún queda primavera para agitar y quebrar mi sueño.
Amanece, que no es poco: "...¡con la devoción que tenemos en este pueblo a Faulkner!" (Cabo Gutiérrez)
ResponderEliminarEstoy por fin en Madrid. Me costó regresar a estos ajetreos, pero he aquí que vienes con el Sol. Gracias por el deleite de las lejanas colinas de Mississippi.
Un beso!
"Baja, que voy a hablarte de Dostoievski" Esta frase me recuerda a alguien...
ResponderEliminarSólo el título de la película ya es una genialidad!