Dánae, Gustav Klimt |
Resuena el deseo en metal dorado.
Vibra mi cuerpo. Ha llegado la noche.
Siento la luz sagrada, y sin reproche
tiembla en el cielo el lejano pasado.
Me convierto en aire, agua, fuego alado
en tierra fértil y en estéril desierto
en plaza con baile, en camino cierto
en lumbre de enero, calor ansiado.
La campana y la estrella se hacen una
en el espacio y el tiempo se amalgaman
el son y la luz bailan y reclaman
la verdadera faz que da la luna.
Vibro en esa luz, me hago de lo mismo
campana y fuego, estrella y hielo, luz pura
mi cuerpo resplandece de hermosura
crecen flores del centro de mi abismo.
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